Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Mi Cristo, tu? no tienes
la lo?brega mirada de la muerte.
Tus ojos no se cierran:
son agua limpia donde puedo verme.
Mi Cristo, tu? no puedes
cicatrizar la llaga del costado:
un corazo?n tras ella
noches y di?as me estara? esperando.
Mi Cristo, tu? conoces
la intimidad oculta de mi vida.
Tu? sabes mis secretos:
te los voy confesando di?a a di?a.
Mi Cristo, tu? aleteas
con los brazos unidos al madero.
¡Oh valor que convida
a levantarse puro sobre el suelo!
Mi Cristo, tu? sonri?es
cuando te hieren, sordas, las espinas.
Si mi cabeza hierve,
haz, Sen?or, que te mire y te sonri?a.
Mi Cristo, tu? que esperas
mi u?ltimo beso darte ante la tumba.
Tambie?n mi joven beso
descansa en ti de la incesante lucha. Ame?n.
II
Por la lanza en su costado
broto? el ri?o de pureza,
para lavar la bajeza
a que nos bajo? el pecado.
Cristo, herida y manantial,
tu muerte nos da la vida,
gracia de sangre nacida
en tu fuente bautismal.
Sangre y agua del abismo
de un corazo?n en tormento:
un Jorda?n de sacramento
nos ban?a con el bautismo.
Y, mientras dura la cruz
y en ella el Crucificado,
bajara? de su costado
un ri?o de gracia y luz.
El Padre nos da la vida,
el Espi?ritu el amor,
y Jesucristo, el Sen?or,
nos da la gracia perdida. Ame?n.
SALMODIA
Ant. 1. Con amor eterno nos ha amado Dios; por eso, al ser elevado sobre la tierra, nos ha atrai?do hacia su corazo?n, compadecie?ndose de nosotros.
Salmo 112
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Ant. Con amor eterno nos ha amado Dios; por eso, al ser elevado sobre la tierra, nos ha atrai?do hacia su corazo?n, compadecie?ndose de nosotros.
Ant. 2. Aprended de mi?, que soy manso y humilde de corazo?n, y encontrare?is vuestro descanso.
Salmo 145
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Ant. Aprended de mi?, que soy manso y humilde de corazo?n, y encontrare?is vuestro descanso.
Ant. 3. Yo soy el buen pastor que apaciento mis ovejas, y doy mi vida por ellas.
Cántico Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Ant. Yo soy el buen pastor que apaciento mis ovejas, y doy mi vida por ellas.
LECTURA BREVE Ef 5, 25b-27
Cristo amo? a su Iglesia. E?l se entrego? a si? mismo por ella, para consagrarla, purifica?ndola con el ban?o del agua y la pa- labra, y para colocarla ante si? gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo nos amo? y nos ha librado por su sangre.
R. Cristo nos amo? y nos ha librado por su sangre.
V. Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.
R. Por su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos amo? y nos ha librado por su sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojala? estuviera ya ardiendo!
MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojala? estuviera ya ardiendo!
PRECES
Invoquemos, hermanos, a Jesu?s, que es nuestro descanso, y pida?mosle:
Rey amanti?simo, ten piedad de nosotros.
Jesu?s, de tu corazo?n traspasado por la lanza salio? sangre y agua, dando asi? nacimiento a tu esposa, la Iglesia;
— haz que sea santa e inmaculada.
Jesu?s, templo sagrado de Dios, destruido por los hombres y levantado de nuevo por el Padre,
— haz que la Iglesia sea verdadera morada del Alti?simo.
Jesu?s, rey y centro de todos los corazones, que nos amas con amor eterno y nos atraes hacia ti, compadecido de nosotros,
— renueva tu alianza con los hombres.
Jesu?s, paz y reconciliacio?n nuestra, que hiciste las paces entre los hombres, unie?ndolos en un solo hombre nuevo, y mediante la cruz diste muerte al odio,
— haz que podamos acercarnos al Padre.
Jesu?s, vida y resurreccio?n nuestra, alivio de los que esta?n agobiados, en quien encontramos nuestro descanso,
— atrae hacia ti a los pecadores.
Jesu?s, que, por el gran amor con que nos amaste, te sometiste incluso a la muerte de cruz,
— resucita a todos los que han muerto en paz contigo.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, al celebrar la solemnidad del Corazo?n de tu Hijo unige?nito, recordamos los beneficios de su amor para con nosotros; conce?denos recibir de esta fuente divina una inagotable abundancia de gracia. Por nuestro Sen?or Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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