Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO 

Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras 
y para gritar verdades.
 
Desde el vientre escogido,
fuiste tú el pregonero,
para anunciar al mundo
la presencia del Verbo.
 
El desierto encendido
fue tu ardiente maestro,
para allanar montañas
y encender los senderos.
 
Cuerpo de duro roble,
alma azul de silencio;
miel silvestre de rocas
y un jubón de camello.
 
No fuiste, Juan, la caña
tronchada por el viento;
sí la palabra ardiente
tu palabra de acero.
 
En el Jordán lavaste
al más puro Cordero,
que apacienta entre lirios
y duerme en los almendros.
 
En tu figura hirsuta
se esperanzó tu pueblo:
para una raza nueva
abriste cielos nuevos.
 
Sacudiste el azote
ante el poder soberbio;
y, ante el Sol que nacía,
se apagó tu lucero.
 
Por fin, en un banquete
y en el placer de un ebrio,
el vino de tu sangre
santificó el desierto.
 
Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Surgió un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan.

Salmo 14
¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
 
El que procede honradamente
y práctica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
 
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
 
el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
 
El que así obra nunca fallará.

Ant. Surgió un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan.

Ant. 2. Éste vino para dar testimonio de la verdad.

Salmo 111
FELICIDAD DEL JUSTO

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
 
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
 
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
 
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
 
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
 
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Ant. Éste vino para dar testimonio de la verdad. 

Ant. 3. Juan era la lámpara que ardía y brillaba.

Cántico Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
 
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Ant. Juan era la lámpara que ardía y brillaba.

LECTURA BREVE Hch 13, 23-25

Según lo prometido, Dios sacó de la descendencia de David un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: «Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias».

RESPONSORIO BREVE

V. Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.
R. Allanad sus senderos.
V. Tras de mí viene un hombre que existía antes que yo.
R. Allanad sus senderos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El niño que nos ha nacido es más que profeta, de él dice el Salvador: «No nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista».

MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El niño que nos ha nacido es más que profeta, de él dice el Salvador: «No nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista».

PRECES

Invoquemos con alegría a Dios, que eligió a Juan Bautista para anunciar a los hombres la venida del reino de Cristo, y digámosle:
 
Guía, Señor, nuestros pasos por el camino de la paz.
 
Tú que llamaste a Juan desde el vientre de su madre para preparar los caminos de tu Hijo, 
- ayúdanos a ir tras el Señor con la misma fidelidad con que Juan fue delante suyo.
 
Así como concediste al Bautista poder reconocer al Cordero de Dios, 
- haz que tu Iglesia lo señale y que los hombres de nuestra época lo reconozcan.
 
Tú que dispusiste que tu profeta menguara y que Cristo creciera, 
- enséñanos a ceder ante los otros para que tú te manifiestes.
 
Tú que, con el martirio de Juan, quisiste reivindicar la justicia, 
- haz que demos, sin cansarnos, testimonio de tu verdad.
 
Acuérdate de los que han salido ya de este mundo, 
- dales entrada en el lugar de la luz y de la paz.
 
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

OH, Dios,
que suscitaste a san Juan Bautista
para que preparase a Cristo el Señor
una muchedumbre bien dispuesta,
concede a tu pueblo el don de la alegría espiritual
y dirige los corazones de todos los fieles
por el camino de la salvación y de la paz.
Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Página web desarrollada con el sistema de Ecclesiared

Aviso legal | Política de privacidad