Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Mas ¿por qué se ha de lavar
el Autor de la limpieza?
Porque el bautismo hoy empieza
y él lo quiere inaugurar.
 
Juan es gracia y tiene tantas,
que confiesa el mundo de él
que hombre no nació mayor
ni delante ni después.
 
Y, para que hubiera alguno
mayor que él, fue menester
que viniera a hacerse hombre
la Palabra que Dios es.
 
Esta Palabra hecha carne
que ahora Juan tiene a sus pies
esperando que la lave
sin haber hecho por qué.
 
Y se rompe todo el cielo
y entre las nubes se ve
una paloma que viene
a posarse sobre él.
 
Y se oye la voz del Padre
que grita:”Tratadlo bien:
escuchadle, es el Maestro,
mi Hijo querido es”.
 
Y así Juan, al mismo tiempo,
vio a Dios en personas tres,
voz y paloma en los cielos,
y al Verbo eterno a sus pies.
Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Vino una voz del cielo y se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto, escuchadlo.»

Salmo 109, 1-5. 7
EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Oráculo del Señor a mi Señor:
"siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies".
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
 
"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora".
 
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
"Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec".
 
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.

Ant. Vino una voz del cielo y se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto, escuchadlo.»

Ant. 2. En el río Jordán aplastó nuestro Salvador la cabeza del antiguo dragón y nos libró a todos de su esclavitud.

Salmo 111
FELICIDAD DEL JUSTO

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
 
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
 
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
 
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
 
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
 
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Ant. En el río Jordán aplastó nuestro Salvador la cabeza del antiguo dragón y nos libró a todos de su esclavitud.

Ant. 3. Hoy se nos revela un gran misterio, porque el Creador de los hombres purifica en el Jordán nuestros pecados.

Cántico Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
 
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Ant. Hoy se nos revela un gran misterio, porque el Creador de los hombres purifica en el Jordán nuestros pecados.

LECTURA BREVE Hch 10, 37-38

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 

RESPONSORIO BREVE

V. Éste es el que vino con agua y con sangre.
R. Éste es el que vino con agua y con sangre.
V. Jesucristo, nuestro Señor.
R. Con agua y con sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Éste es el que vino con agua y con sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cristo Jesús nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y nos ha hecho sacerdotes de Dios, su Padre; a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.

MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cristo Jesús nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y nos ha hecho sacerdotes de Dios, su Padre; a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.

PRECES

Roguemos a nuestro Redentor, bautizado por Juan en el Jordán, y supliquémosle, diciendo: 
 
Envía, Señor, tu Espíritu sobre nosotros. 
 
Oh Cristo, servidor de Dios, en quien el Padre tiene todo su gozo, 
— envía tu Espíritu sobre nosotros. 
 
Oh Cristo, elegido de Dios, tú que no quebraste la caña cascada ni apagaste el pábilo vacilante, 
— compadécete de cuantos te buscan con sinceridad. 
 
Oh Cristo, Hijo de Dios, a quien el Padre ha elegido como alianza del pueblo y luz de las naciones, 
— abre por el bautismo los ojos de los que no ven. 
 
Oh Cristo, salvador de los hombres, a quien el Padre ungió con el Espíritu Santo y envió para la salvación del mundo, 
— haz que todos los hombres te conozcan y crean en ti para que asó obtengan la vida eterna. 
 
Oh Cristo, esperanza nuestra, que llevas la luz de la salvación a los pueblos que yacen en las tinieblas de la ignorancia, 
— recibe junto a ti, en tu reino, a nuestros difuntos. 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo, en el Jordán, quisiste revelar solemnemente que él era tu Hijo amado, enviándole tu Espíritu Santo, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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