Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. 

HIMNO

Esa columna, sobre la que posa
leve sus plantas tu pequeña imagen,
sube hasta el cielo: puente, escala, guía
de peregrinos.
 
Cantan tus glorias las generaciones,
todas te llaman bienaventurada,
la roca firme, junto al Ebro enhiesta,
gastan a besos.
 
Abre tus brazos virginales, Madre,
vuelve tus ojos misericordiosos,
tiende tu manto, que nos acogemos
bajo tu amparo.
 
Gloria a Dios Padre, creador del mundo,
gloria a Dios Hijo, redentor de todos,
gloria al Espíritu que nos santifica:
al Trino y Uno. Amén.

SALMODIA

Ant. 1.  Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 

Salmo 121
LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
 
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
 
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
 
Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".
 
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Ant. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 

Ant. 2. Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. 

Salmo 126
EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
 
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
 
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
 
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Ant. Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. 

Ant. 3. Me felicitarán todas las generaciones. 

Cántico Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
 
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
 
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
 
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Ant. Me felicitarán todas las generaciones. 

LECTURA BREVE Ga 4, 4-7

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

RESPONSORIO BREVE

V. El Pilar nos preside de día y de noche; en él tenemos nuestra fortaleza y esperanza.
R. El Pilar nos preside de día y de noche; en él tenemos nuestra fortaleza y esperanza.
V. Él es nuestro guía y nuestro amparo.
R. En él tenemos nuestra fortaleza y esperanza.
V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El Pilar nos preside de día y de noche; en él tenemos nuestra fortaleza y esperanza.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. María del Pilar, guía para el camino, columna para la esperanza, luz para la vida.

MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. María del Pilar, guía para el camino, columna para la esperanza, luz para la vida.

PRECES

Por intercesión de la Virgen María, imploremos la misericordia de Dios, diciendo:

Virgen del Pilar, intercede por nosotros.
 
Dios todopoderoso, concede a tu Iglesia la unidad,
— la paz y la perseverancia en una plegaria común con María.
 
Tú que has hecho de María madre de la Iglesia,
— haz que todos los gobernantes colaboren en el progreso espiritual y material de tu pueblo santo.
 
Tú que has hecho a María la madre de la gracia y de la misericordia,
— da a todos los afligidos el alivio y el consuelo de su amor maternal.
 
Tú que has coronado a María como reina del cielo,
— concede que todos los difuntos compartan la alegría de los santos. 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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