Liturgia de las horas

Completas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, agradezcamos sus dones  y reconozcamos humildemente nuestros pecados.

Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade una de las siguientes fórmulas penitenciales:

I
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.  

II
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén. 

HIMNO

Tras las cimas más altas, 
todas las noches
mi corazón te sueña,
no te conoce.

¿Entre qué manos, dime,
duerme la noche,
la música en la brisa, 
mi amor en dónde?

¿La infancia de mis ojos
y el leve roce
de la sangre en mis venas,
Señor, en dónde?

Lo mismo que las nubes,
y más veloces,
¿las horas de mi infancia,
Señor, en dónde?

Tras las cimas más altas,
todas las noches
mi corazón te sueña,
no te conoce.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Salmo 30, 2-6
SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS
Padre en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23, 46).

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
 
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
 
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
 
A tus manos encomiendo mi espíritu:
Tú, el Dios leal, me librarás

Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Ant. 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor. 

Salmo 129
DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR
Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1, 21).

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
 
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
 
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
 
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Ant. 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor. 

LECTURA BREVE Ef 4, 26-27

No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis resquicio al diablo.

RESPONSORIO BREVE

V. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. 
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.  

Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. 

ORACIÓN

Señor Jesucristo, que eres manso y humilde de corazón y ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

CONCLUSIÓN
Bendición

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

INVOCACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

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