Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Albricias, Señora,
reina soberana,
que ha llegado el logro
de vuestra esperanza.
 
Albricias, que tienen
término las ansias
que os causa la ausencia
del Hijo que os ama.
 
Albricias, que al cielo
para siempre os llama
el que en cielo y tierra
os llenó de gracia.
 
¡Dichosa la muerte
que tal vida os causa!
¡Dichosa la suerte
final de quien ama!
 
¡Oh quién os siguiera
con veloces alas!
¡Quién entre tus manos
la gloria alcanzara!
 
Para que seamos
dignos de tu casa,
hágase en nosotros
también su palabra. Amén. 

SALMODIA

Ant. 1. Cristo ascendió a los cielos y preparó un trono eterno a su Madre inmaculada. Aleluya.

Salmo 112
ALABADO SEA EL NOMBRE DE DIOS

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
 
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
 
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Ant. Cristo ascendió a los cielos y preparó un trono eterno a su Madre inmaculada. Aleluya.

Ant. 2. Por Eva se cerraron a los hombres las puertas del paraíso, y por María Virgen se han vuelto a abrir a todos. Aleluya.

Salmo 147
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
 
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
 
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
 
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Ant. Por Eva se cerraron a los hombres las puertas del paraíso, y por María Virgen se han vuelto a abrir a todos. Aleluya.

Ant. 3. La Virgen María ha sido elevada sobre los coros de los ángeles; venid todos, ensalcemos a Cristo Rey, cuyo reino es eterno.

Cántico Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
 
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
 
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
 
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
 
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Ant. La Virgen María ha sido elevada sobre los coros de los ángeles; venid todos, ensalcemos a Cristo Rey, cuyo reino es eterno.

LECTURA BREVE Rm 8, 30

A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

RESPONSORIO BREVE

V. María ha sido elevada al cielo, se alegran los ángeles.
R. María ha sido elevada al cielo, se alegran los ángeles.
V. Bendicen con alabanzas al Señor.
R. se alegran los ángeles.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. María ha sido elevada al cielo, se alegran los ángeles. 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Aleluya.

BENEDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Aleluya.

PRECES

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:
 
Mira a la llena de gracia y escúchanos.
 
Oh Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, 
— haz que todos tus hijos deseen esta misma gloria y caminen hacia ella.
 
Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores, 
— y a todos abundancia de salud y de paz.
 
Tú que hiciste de María la llena de gracia, 
— concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
 
Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor, 
 y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.
 
Tú que coronaste a María como reina del cielo, 
— haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino. 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

ORACIÓN

Porque te has complacido, Señor, en la humildad de tu sierva, la Virgen María, has querido elevarla a la dignidad de Madre de tu Hijo y la has coronado en este día de gloria y esplendor; por su intercesión, te pedimos que por el misterio de la redención nos concedas también el premio de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén. 

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