Liturgia de las horas

Hora Intermedia

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno a oscuras?
 
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
 
Cuantas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuanto amor llamar porfía"!
 
¡Y cuántas, hermosura soberana:
"Mañana le abriremos", respondía,
para lo mismo responder mañana!
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMODIA 

Ant. 1. Sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu.

Salmo 118, 153-160
XX (Res)

Mira mi abatimiento y líbrame,
porque no olvido tu voluntad;
defiende mi causa y rescátame,
con tu promesa dame vida;
la justicia está lejos de los malvados
que no buscan tus leyes.
 
Grande es tu ternura, Señor,
con tus mandamientos dame vida;
muchos son los enemigos que me persiguen,
pero yo no me aparto de tus preceptos;
viendo a los renegados, sentía asco,
porque no guardan tus mandatos.
 
Mira cómo amo tus decretos,
Señor, por tu misericordia dame vida;
el compendio de tu palabra es la verdad,
y tus justos juicios son eternos.

Ant. Sobre mis siervos y siervas derramaré mi Espíritu.

Ant. 2. Mi corazón y mi carne se alegran por el Dios vivo.

Salmo 127
PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
Que el Señor te bendiga desde Sión, es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
 
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
 
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
 
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

Ant. Mi corazón y mi carne se alegran por el Dios vivo.

Ant. 3. Mi amado es para mí y yo para él.

Salmo 128
ESPERANZA DE UN PUEBLO
La Iglesia habla de los sufrimientos que tiene que tolerar (S. Agustín).

¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud
—que lo diga Israel—,
cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron conmigo!
 
En mis espaldas metieron el arado
y alargaron los surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió las coyundas de los malvados.
 
Retrocedan avergonzados,
los que odian a Sión;
sean como la hierba del tejado,
que se seca y nadie la siega;
 
que no llena la mano del segador
ni la brazada del que agavilla;
ni le dicen los que pasan:
"que el Señor te bendiga".

Os bendecimos en el nombre del Señor.

Ant. Mi amado es para mí y yo para él. 

TERCIA

LECTURA BREVE Lv 20, 26

Sed para mí santos, porque yo, el Señor, soy santo, y os he separado de entre los pueblos para que seáis míos.

V. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.
R. El pueblo que él se escogió como heredad.

ORACIÓN

Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

SEXTA

LECTURA BREVE Sb 15, 1. 3

Tú, Dios nuestro, eres bueno, leal y paciente, y con misericordia gobiernas todas las cosas. La perfecta justicia consiste en conocerte a ti, y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.

V. Tú, Señor, eres Dios clemente y misericordioso.
R. Lento a la cólera, rico en piedad y leal.

ORACIÓN

Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Jesucristo nuestro Señor.

NONA

LECTURA BREVE Ba 4, 21b-22

Hijos, clamad al Señor: él os librará de la tiranía y de la mano de vuestros enemigos. Yo espero del Eterno vuestra salvación, del Santo me ha venido la alegría, por la misericordia que llegará pronto a vosotros de parte del Eterno, vuestro Salvador.

V.  Recuerda, Señor, tu ternura.
R. Y tu misericordia, que son eternas.

ORACIÓN

Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Jesucristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.  
R. Demos gracias a Dios.

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