Liturgia de las horas

Hora Intermedia

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
 
Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.
 
Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.
 
Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva. 

SALMODIA

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 118, 89-96
XII (Lamed)
CONTEMPLACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN SU LEY
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis mutuamente como yo os he amado (Jn 13, 34).

Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo;
tu fidelidad de generación en generación,
igual que fundaste la tierra y permanece;
por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu servicio.
 
Si tu voluntad no fuera mi delicia,
ya habría perecido en mi desgracia;
jamás olvidaré tus decretos,
pues con ellos me diste vida;
soy tuyo, sálvame,
que yo consulto tus leyes.
 
Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos;
he visto el límite de todo lo perfecto:
tu mandato se dilata sin término.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 70
TÚ, SEÑOR, FUISTE MI ESPERANZA DESDE MI JUVENTUD
Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación (Rom 12, 12).
I

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
 
Se tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
 
Dios mío, líbrame de la mano perversa,
del puño criminal y violento;
porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
 
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías,
siempre he confiado en ti.
 
Muchos me miraban como a un milagro,
porque tú eres mi fuerte refugio.
Llena estaba mi boca de tu alabanza
y de tu gloria, todo el día.
 
No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas, no me abandones;
porque mis enemigos hablan de mí,
los que acechan mi vida celebran consejo;
dicen: "Dios lo ha abandonado;
perseguidlo, agarradlo, que nadie lo defiende".
 
Dios mío, no te quedes a distancia;
Dios mío, ven aprisa a socorrerme.
Que fracasen y se pierdan
los que atentan contra mi vida,
queden cubiertos de oprobio y vergüenza
los que buscan mi daño.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

II

Yo, en cambio, seguiré esperando,
redoblaré tus alabanzas;
mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
 
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas,
ahora, en la vejez y las canas,
no me abandones, Dios mío,
 
hasta que describa tu brazo
a la nueva generación,
tus proezas y tus victorias excelsas,
las hazañas que realizaste:
Dios mío, ¿quién como tú?
 
Me hiciste pasar por peligros,
muchos y graves:
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la tierra;
 
acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás;
y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa, por tu lealtad;
 
tocaré para ti la cítara,
Santo de Israel;
te aclamarán mis labios, Señor,
mi alma, que tú redimiste;
 
y mi lengua todo el día
recitará tu auxilio,
porque quedaron derrotados y afrentados
los que buscaban mi daño.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

TERCIA

LECTURA BREVE Cf. Ap 1, 17c-18

Vi al Hijo del hombre y me dijo: «Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto, y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo».^

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.

ORACIÓN

Derrama, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo.

SEXTA

LECTURA BREVE Col 2, 9-10a. 11

En Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y por él habéis obtenido vuestra plenitud. Por el bautismo fuisteis sepultados con él, y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos.

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.

ORACIÓN

Derrama, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo.

NONA

LECTURA BREVE 2 Tm 2, 8. 11

Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Éste ha sido mi Evangelio. Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él.

V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.

ORACIÓN

Derrama, Señor, sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.  
R. Demos gracias a Dios.

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