Liturgia de las horas

Laudes

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

INVITATORIO

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Salmo 99
ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO
Los redimidos deben entonar un canto de victoria (S. Atanasio).

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

HIMNO

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
 
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
 
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
 
¿Qué has visto de camino,
 María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
 
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
 
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.
 
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
 
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor reina vestido de majestad. Aleluya. 

Salmo 92
GLORIA DEL DIOS CREADOR
Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo; alegrémonos y gocemos y démosle gracias (Ap 19, 6. 7).

El Señor reina, vestido de majestad,
† el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
 
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
 
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
 
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
 
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.

Ant. El Señor reina vestido de majestad. Aleluya.

Ant. 2. La creación se verá liberada, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Aleluya.

Cántico Dn 3, 57-88. 56
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR
Alabad al Señor, sus siervos todos (Ap 19, 5).

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
 
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor. 
 
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor. 
 
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor. 
 
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor. 
 
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.  
 
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor. 
 
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor. 
 
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
 
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
 
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor. 
 
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor. 
 
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor. 
 
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor. 
 
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. 
 
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
 
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
 
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Al final de este cántico no se dice Gloria al Padre

Ant. La creación se verá liberada, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Aleluya.

Ant. 3El nombre del Señor es sublime sobre el cielo y la tierra. Aleluya.

Salmo 148
ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos (Ap 5, 13).

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.
 
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.
 
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
 
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar,
rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado
que cumple sus órdenes,
 
montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,
fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
 
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,
 
alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.

Ant.  El nombre del Señor es sublime sobre el cielo y la tierra. Aleluya.

LECTURA BREVE Hch 10, 40-43

Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.

RESPONSORIO BREVE

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO DEL EVANGELIO

Ant. Se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: «La paz sea con vosotros.» Aleluya.

BENENDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: «La paz sea con vosotros.» Aleluya.

PRECES

Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos, quien por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:

Cristo, vida nuestra, sálvanos.
 
Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto,
— concédenos vivir hoy en tu alabanza.
 
Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz,
— concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo.
 
Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes,
— enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.
 
Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa,
— para poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.

Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestra boca: 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

ORACIÓN

Que tu pueblo, Señor, exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu, y que la alegría de haber recobrado la adopción filial afiance su esperanza de resucitar gloriosamente. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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