Liturgia de las horas

Vísperas

Los que participan en la acción litúrgica de la Pasión del Señor no rezan hoy las Vísperas.  

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

HIMNO

Victoria, tú reinarás.
¡Oh Cruz, tú nos salvarás!
 
El Verbo en ti clavado, muriendo, nos rescató;
de ti, madero santo, nos viene la redención.
 
Extiende por el mundo tu reino de salvación.
¡Oh Cruz fecunda, fuente de vida y bendición!
 
Impere sobre el odio tu reino de caridad;
alcancen las naciones el gozo de la unidad.
 
Aumenta en nuestras almas tu reino de santidad;
el río de la gracia apague la iniquidad.
 
La gloria por los siglos a Cristo libertador,
su cruz nos lleva al cielo, la tierra de promisión.

SALMODIA

Ant. 1.  Mirad, pueblos todos, y ved si hay dolor como el mío. 

Salmo 115

Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
 
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
 
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
 
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Ant. Mirad, pueblos todos, y ved si hay dolor como el mío. 

Ant. 2. Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto.

Salmo 142, 1-11

Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
 
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
 
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
 
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
 
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
 
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
 
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

Ant. Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto.

Ant. 3. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Cántico Flp 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
 
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
 
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el "Nombre—sobre—todo—nombre";
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Ant. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

LECTURA BREVE 1 Pe 2, 21b-24

Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado.

En lugar del responsorio breve se dice:

Ant. Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. 

MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. 

PRECES

Hoy es laudable usar como preces de Vísperas la oración universal que se propone para este día en el Misal romano, pp. 269ss. Pero, si se prefiere, también pueden usarse las preces que se proponen a continuación, o bien anunciar simplemente las diversas intenciones de la oración universal del Misal, antes mencionada, y hacer un momento de oración en silencio después de cada una de ellas.

Al conmemorar la muerte de nuestro Señor Jesucristo, de la que brotó la vida del mundo, oremos a Dios Padre, diciendo: 
 
Por la muerte de tu Hijo, escúchanos Señor. 
 
- Mantén, Señor, la unidad de la Iglesia. 
 
- Protege al Papa N
 
- Santifica por tu Espíritu a los obispos, presbíteros, diáconos y a todo tu pueblo santo. 
 
- Acrecienta la fe y la sabiduría de los catecúmenos. 
 
- Congrega a los cristianos en la unidad. 
 
- Haz que Israel llegue a conseguir en plenitud la redención. 
 
- Ilumina con tu gracia a los que no creen en Cristo. 
 
- Haz que los que no creen en Dios lleguen a descubrir tu amor a través de las obras de la creación. 
 
- Guía los pensamientos y decisiones de los gobernantes. 
 
- Concede tu consuelo a los atribulados. 
 
- Da tu perdón pleno a los difuntos.  

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Mira, Señor de bondad, a tu familia santa, por la cual Jesucristo, nuestro Señor, aceptó el tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por nuestro Señor Jesucristo. 

CONCLUSIÓN 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén

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