Liturgia de las horas

Hora Intermedia

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

HIMNO

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
 
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
 
Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.
 
No me tienes que dar porque te quiere,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera. Amén.

Ant. 1. Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo.

Salmo 118, 41-48
VI (Vau)

Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa:
así responderé a los que me injurian,
que confío en tu palabra;
no quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.
 
Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás;
andaré por un camino ancho,
buscando tus decretos;
comentaré tus preceptos ante los reyes,
y no me avergonzaré.
 
Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo;
levantaré mis manos hacia ti
recitando tus mandatos.

Ant.  Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo.

Ant. 2. Igual que el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre, y doy mi vida por mis ovejas.

Salmo 39, 2-14. 17-18
EL JUSTO ESPERA EN EL SEÑOR
No quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo (Heb 10, 5).
I

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito:
 
me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos;
 
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.
 
Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.
 
Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede comparar.
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
 
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: "Aquí estoy
—como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad".
 
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.

Ant.  Igual que el Padre me conoce a mí, yo conozco al Padre, y doy mi vida por mis ovejas.

Ant. 3. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de mi Señor Jesucristo.

II

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
 
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.
 
Tú, Señor, no me cierres tus entrañas,
que tu misericordia y tu lealtad
me guarden siempre,
porque me cercan desgracias sin cuento.
 
Se me echan encima mis culpas,
y no puedo huir;
son más que los pelos de mi cabeza,
y me falta el valor.
 
Señor, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme.
 
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: "Grande es el Señor"
los que desean tu salvación.
 
Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.

Ant. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de mi Señor Jesucristo.

TERCIA

LECTURA BREVE Ez 33, 10b. 11a

Nuestros crímenes y nuestros pecados cargan sobre nosotros y por ellos nos consumimos, ¿podremos seguir con vida? «Por mi vida —oráculo del Señor—, juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta y viva».

V. Se humillaba voluntariamente.
R. Y no abría su boca.

ORACIÓN

Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza, y levanta nuestra débil esperanza  con la fuerza de la pasión de tu Hijo. Él que vive y reina contigo.

SEXTA

LECTURA BREVE Jr 18, 20b

Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo.

V. Él soportó nuestros sufrimientos.
R. Y aguantó nuestras rebeldías.

ORACIÓN

Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza, y levanta nuestra débil esperanza  con la fuerza de la pasión de tu Hijo. Él que vive y reina contigo.

NONA

LECTURA BREVE Jr 31, 2. 3b4a

Así dice el Señor: «Halló gracia en el desierto el pueblo escapado de la espada; camina Israel a su descanso. Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi misericordia. Todavía te construiré, y serás reconstruida, doncella de Israel».

V. Adoremos el signo de la cruz.
R. Por el que recibimos la salvación.

ORACIÓN

Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza, y levanta nuestra débil esperanza  con la fuerza de la pasión de tu Hijo. Él que vive y reina contigo.

CONCLUSIÓN 

V. Bendigamos al Señor. 
R. Demos gracias a Dios.

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