Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

¿Quién es éste que viene,
recién atardecido,
cubierto con su sangre
como varón que pisa los racimos.
 
Este es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.
 
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos.
 
Este es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.
 
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su Elegido.
 
Este es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.
 
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Herido y humillado, la diestra de Dios lo exaltó.

Salmo 109, 1-5. 7
EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE
Él debe reinar hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies (1 Cor 15, 25).

Oráculo del Señor a mi Señor:
"siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies".
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
 
"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora".
 
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
"Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec".
 
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.

Ant. Herido y humillado, la diestra de Dios lo exaltó.

Ant. 2. La sangre de Cristo nos ha purificado, llevándonos al culto del Dios vivo.

Salmo 113
HIMNO AL DIOS VERDADERO
Os convertisteis de los ídolos a Dios para consagraros al Dios vivo y verdadero (1 Ts 1, 9).

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
"Dónde está su Dios?"
 
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
 
tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
 
tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
 
Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
 
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
 
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
bendito seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
 
Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.

Ant. La sangre de Cristo nos ha purificado, llevándonos al culto del Dios vivo.

Ant. 3. Cargado con nuestros pecados, subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.

Cántico 1 Pe 2, 21b-24
PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO, SIERVO DE DIOS

Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
 
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban,
no devolvía el insulto
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.
 
Cargado con nuestros pecados, subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado

Ant. Cargado con nuestros pecados, subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.

LECTURA BREVE Hch 13, 26-30a

Hermanos, a vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las profecías que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos.

RESPONSORIO BREVE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. «Está escrito: “Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño”; pero, cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el Señor. 

O bien:

Año B: Salve, Rey nuestro, Hijo de David, Redentor del mundo; ya los profetas te anunciaron, como el Salvador que había de venir.

MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Está escrito: “Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño”; pero, cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el Señor. 

O bien:

Año B: Salve, Rey nuestro, Hijo de David, Redentor del mundo; ya los profetas te anunciaron, como el Salvador que había de venir.

PRECES

Oremos humildemente al Salvador de los hombres, que sube a Jerusalén a sufrir su pasión para entrar así en la gloria, y digámosle: 
 
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre. 
 
Redentor nuestro, concédenos que, por la penitencia, nos unamos más plenamente a tu pasión, 
—para que consigamos la gloria de la resurrección. 
 
Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos, 
—para que podamos confortar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos confortas. 
 
Mira con bondad a aquellos que hemos escandalizado con nuestros pecados, 
—ayúdalos a ellos y corrígenos a nosotros, para que resplandezca en todo tu santidad y tu amor. 
 
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz, 
—enseña a tus fieles a ser obedientes y a tener paciencia. 
 
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso, 
—y a nosotros danos un día participe en su felicidad. 
 
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.  

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar al género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad; concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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