Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
 
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
 
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
 
Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
 
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.

SALMODIA

Antí. 1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? 

Salmo 26
CONFIANZA ANTE EL PELIGRO
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?, ¿quién podrá apartarnos del amor de Cristo?(Rom 8, 31. 35)
I

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
 
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
 
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
 
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.
 
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;
 
y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

Antífona 2. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

II

Algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra Jesús (Mc 14, 57).

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
 
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
 
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
 
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
 
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.
 
No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.
 
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
 
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Ant. 3. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Cántico Col 1, 12-20
HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
 
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
 
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
 
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
 
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Ant. Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

LECTURA BREVE  Ef 4, 32-5, 2

Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor, como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

RESPONSORIO BREVE 

V. Yo dije: Señor, ten misericordia.
R. Yo dije: Señor, ten misericordia.
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. ¿Tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad?

BENEDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
 
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
 
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
 
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¿Tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad?

PRECES 

Alabemos a Dios todopoderoso y providente, que conoce todas nuestras necesidades, pero quiere ante todo que busquemos su reino; supliquémosle, pues, diciendo:

Venga a nosotros, Señor, tu reino y su justicia.

Padre santo, que nos diste a Cristo como pastor de nuestras vidas, ayuda a los pastores y a los pueblos a ellos confiados, para que no falte nunca al rebaño la solicitud de sus pastores
— ni falte a los pastores la obediencia de su rebaño.

Mueve a los cristianos para que, con amor fraternal, se interesen por los enfermos
— y socorran en ellos a tu Hijo.

Haz que entren a formar parte de tu Iglesia los que aún no creen en el Evangelio,
— y que, con sus buenas obras, la hagan crecer en el amor.

A nosotros, pecadores, concédenos tu perdón
— y la reconciliación con tu Iglesia.

A los que murieron, concédeles resucitar a la vida eterna
— y morar eternamente contigo.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Ilumina, Señor, el corazón de tus fieles, purificado por las penitencias de Cuaresma, y tú, que nos infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas.Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén. 

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