Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Tu barca de pescador,
que llegó de Roma al puerto,
va siguiendo el rumbo cierto
que le trazara el Señor.
 
La va llevando el amor
siempre a nuevas singladuras.
 
En las borrascas oscuras,
para que a Cristo sea fiel,
Simón Pedro, el timonel,
vela desde las alturas.
 
Si toda la Iglesia oraba
por ti, ahora tú por ella,
que eres su roca y su estrella.
 
Cuando se tambaleaba
tu fe, sobre el mar, te daba
Cristo fuerza con sus manos.
 
Boga mar adentro, y danos
—a la Iglesia, que te implora—
tu presencia guiadora
y confirma a tus hermanos.
 
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. «Pedro, ¿me quieres?» «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» «Apacienta mis ovejas».

Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO

Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
 
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
 
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
 
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Ant. 1. «Pedro, ¿me quieres?» «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» «Apacienta mis ovejas.»

Ant. 2. Pedro estaba en la cárcel bien custodiado y la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

Salmo 125
DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
 
Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos".
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
 
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
 
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Ant. 2. Pedro estaba en la cárcel bien custodiado y la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

Ant. 3. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

Cántico  Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
 
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
eirreprochables ante Él por el amor.
 
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
 
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
 
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Ant. 3. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

LECTURA BREVE 1 Pe 1, 3-5

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.

RESPONSORIO BREVE

V. Contad a los pueblos, la gloria del Señor.
R. Contad a los pueblos, la gloria del Señor.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. La gloria del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.

CÁNTICO EVENGÉLICO

Ant. Tú eres el pastor de las ovejas, príncipe de los apóstoles; te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.

MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú eres el pastor de las ovejas, príncipe de los apóstoles; te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.

PRECES

Hermanos, edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:
 
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
 
Padre santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles, 
- haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo
 
Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres, 
- haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas
 
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra, 
- danos también a nosotros sembrar tu semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia
 
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo, 
- haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres
 
Tú que has sentado a tu Hijo a tu derecha, en el cielo, 
- admite a los difuntos en tu reino de felicidad.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Dios todopoderoso, no permitas que seamos perturbados por ningún peligro, tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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