Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

HIMNO

Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
 
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
 
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
 
Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
 
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor se complace en el pobre.

Salmo 10
EL SEÑOR, ESPERANZA DEL JUSTO
Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos, porque ellos quedarán saciados (Mt 5, 6).

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
«Escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?»
 
Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.
 
El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia, él lo detesta.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.
 
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.

Ant. El Señor se complace en el pobre.

Ant. 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Salmo 14
¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?
Os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo (Heb 12, 22).

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
 
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
 
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
 
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
 
El que así obra nunca fallará.

Ant. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Ant. 3. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Cántico Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
 
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
 
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
 
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
 
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Ant. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

LECTURA BREVE Rm 12, 1-2

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

RESPONSORIO BREVE

V. Yo dije: Señor, ten misericordia.
R. Yo dije: Señor, ten misericordia.
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: Señor, ten misericordia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Dice el Señor: «Lo que hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis».

MAGNÍFICATLc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dice el Señor: «Lo que hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis».

PRECES

Invoquemos al Señor Jesús, que nos ha salvado a nosotros, su pueblo, librándonos de nuestros pecados, y digámosle humildemente:

Jesús, Hijo de David, compadécete de nosotros.

Te pedimos, Señor Jesús por tu Iglesia santa, por la que te entregaste para consagrarla con el baño del agua y con la palabra:
— purifícala y renuévala por la penitencia.

Maestro bueno, haz que los jóvenes descubran el camino que les preparas
— y que respondan siempre con generosidad a tus llamadas.

Tú que te compadeciste de los enfermos que acudían a ti, levanta la esperanza de nuestros enfermos —y haz que imitemos tu gesto generoso y estemos siempre atentos al bien de los que sufren.

Haz, Señor, que recordemos siempre, nuestra condición de hijos tuyos, recibida en el bautismo,
— y que vivamos siempre para ti.

Da tu paz y el premio eterno a los difuntos
— y reúnenos un día con ellos en tu reino.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

ORACIÓN

Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro; ilumínanos con la luz de tu palabra, para que la celebración de esta Cuaresma produzca en nosotros sus mejores frutos. Por Jesucristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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