Liturgia de las horas

Hora Intermedia

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Pastor, que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
tú me hiciste cayado de este leño
en que tiendes los brazos poderosos.
 
Vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
 
Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
 
Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén. 

SALMODIA

Ant. 1. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

Salmo 18 B
HIMNO A DIOS, AUTOR DE LA LEY
Sed perfectos como vuestro padre celestial es perfecto (Mt 5, 48).

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
 
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
 
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
 
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.
 
Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.
 
Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado.
 
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío.

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

Ant. 2. «Por mi vida —oráculo del Señor—, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva.»

Salmo 7
ORACIÓN DEL JUSTO CALUMNIADO
Mirad que el juez está a las puertas (St 5, 9).
I

Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame,
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio.
 
Señor, Dios mío: si soy culpable,
si hay crímenes en mis manos,
si he causado daño a mi amigo,
si he protegido a un opresor injusto,
que el enemigo me persiga y me alcance,
que me pisotee vivo por tierra,
apretando mi vientre contra el polvo.
 
Levántate, Señor, con tu ira,
álzate contra el furor de mis adversarios,
acude, Dios mío, a defenderme
en el juicio que has convocado.
Que te rodee la asamblea de las naciones,
y pon tu asiento en lo más alto de ella.
El Señor es juez de los pueblos.
 
Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo.

Ant. «Por mi vida —oráculo del Señor—, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva.»

Ant. 3. Empuñando las armas de la justicia, hagámonos recomendables a Dios por nuestra paciencia.

II

Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día:
si no se convierten, afilará su espada,
tensará el arco y apuntará.
Apunta sus armas mortíferas,
prepara sus flechas incendiarias.
 
Mirad: concibió el crimen, está preñado de maldad,
y da a luz el engaño.
Cavó y ahondó una fosa,
caiga en la fosa que hizo,
recaiga su maldad sobre su cabeza,
baje su violencia sobre su cráneo.
 
Yo daré gracias al Señor por su justicia,
tañendo para el nombre del Señor Altísimo.

Ant. Empuñando las armas de la justicia, hagámonos recomendables a Dios por nuestra paciencia. 

TERCIA

LECTURA BREVE Sb 11, 24-25a

Te compadeces de todos, Señor, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has creado.

V. Señor, crea en mí un corazón puro.
R. Renuévame por dentro con espíritu firme.

ORACIÓN

Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro; ilumínanos con la luz de tu palabra, para que la celebración de esta Cuaresma produzca en nosotros sus mejores frutos. Por nuestro Señor Jesucristo.

SEXTA

LECTURA BREVE Ez 18, 23

«¿Acaso quiero yo la muerte del malvado –oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva?»

V. Aparta de mi pecado tu vista.
R. Borra en mí toda culpa.

ORACIÓN

Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro; ilumínanos con la luz de tu palabra, para que la celebración de esta Cuaresma produzca en nosotros sus mejores frutos. Por nuestro Señor Jesucristo.

NONA

LECTURA BREVE Is 58, 7

El ayuno que yo quiero es éste: Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne.

V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.
R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

ORACIÓN

Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro; ilumínanos con la luz de tu palabra, para que la celebración de esta Cuaresma produzca en nosotros sus mejores frutos. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.  
R. Demos gracias a Dios.

Página web desarrollada con el sistema de Ecclesiared

Aviso legal | Política de privacidad